¿Las armas os darán la independencia, las leyes os darán la libertad?
A lo largo de la historia colombiana, desde su lucha por la independencia en 1.810, donde por falta de unidad de criterio y de una idea política contundente para lograr la unidad económica y social, se ha evidenciado el desarrollo ideológico y estratégico de guerras sin el fundamento apropiado para ser consideradas útiles; reflejándose de esta forma el sacrificio masivo e innecesario de vidas.
Comencemos recontando un poco lo sucedido a partir de 1.810 donde nace una idea no-auténtica de independencia (pues a la Nueva Granada llegan rumores de protestas que suceden en Europa, así como la invasión napoleónica que sucede paralelamente en España), se alza la voz de inconformidad y se desata un caos que el mismo pueblo no comprendía, pues un pequeño grupo de personas reclama su independencia y por ende la abolición del virreinato, mientras otros tantos continuaban con fundamentos realistas y no imaginaban un gobierno centralista.
Es por esto que esta guerra y esta independencia no se reclama inmediatamente, debido a la falta de integridad en los fundamentos y de una idea socio-política concreta, dando retraso al progreso económico y al desarrollo del bienestar social; vemos entonces que aunque la historia nos concede el honor de estar viviendo un bicentenario, realmente esto fue un suceso que tomó 9 años más en manifestarse radicalmente con la batalla desarrollada en 1819; dándole a un evento canceroso una extensión que laceró la sociedad y a la república entera dejando fragmentaciones internas y hasta el día de hoy legitimadas.
Luego de un leve recuento, describo a esta República de Colombia como una sociedad que interiorizó lo sucedido en el proceso de independencia gracias a que el desarrollo del país a nivel económico, político y social así lo demuestran; véase reflejado en las conformaciones de grupos izquierdistas con ideologías libertarias que de forma fatal trataron de dar un giro político al país pero que por falta de un proyecto político único, tergiversaron su fundamento central convirtiéndose en un cáncer para la sociedad, vigente hasta el día de hoy.
Véase reflejado también en los “ejércitos ilegales” creados para erradicar los grupos mencionados anteriormente, quienes de igual forma fueron contaminados por esa sed de independencia y de llevar el poder perfumado por sus convicciones individuales, exponiendo a la sociedad esta vez a dos enfermedades letales, vigentes hasta el día de hoy.
Finalmente, véase también reflejado en quienes aprobaron la conformación de estos “ejércitos ilegales” y hoy se encuentran instalados dentro del gobierno del país; hoy son ellos quienes por medio de la demagogia y el aprovechamiento de los recursos económicos, logran que el pueblo transite silencioso por donde ellos van enmarcando vías de convicción. Una conformación política que olvidó pensar en comunidad y en cambio desarrolló un pensamiento individualista, olvidó pensar en una independencia y permitió la subordinación del imperialismo estadounidense.
De esta forma nos convertimos en una sociedad que legitimó vivir inconforme y vivir en una guerra interna, desprestigiando las necesidades del campesino, desterrando las comunidades indígenas, discriminando las diferencias raciales y económicas, trabajando honesta y deshonestamente para el bienestar individual, abandonando el pensamiento colectivo y con un creciente miedo a hablar.
A pesar de todo, en Colombia continuamos empuñando armas, alzando protestas y sacrificando vidas, convirtiéndonos cada vez más en una colonia norte americana lacerada, alejándonos de una independencia gritada hace 200 años.
Y los grandes gobernantes continúan generando y reformando leyes que engruesen sus cuentas y embellezcan sus vestidos, más no conformando una sociedad libre; al contrario buscan cada vez cintas más gruesas para callar al pueblo, o para vendar sus ojos para suprimir las opiniones encontradas.
En conclusión, las armas nos han fragmentado como sociedad, como república, y las leyes han caído en malas manos que más que un pueblo libre, gozan de una sumisión total.
Angie Castellanos C.