martes, 19 de julio de 2011

Una caida con cara Perropedra


Lunática enfermaba de risa en su mundo tras una carcajada no retenida; besaba sancudos de colores mientras experimentaba una sensación casi orgásmica que adormecía sus uñas y hacía culebrear su lengua, retorcía su garganta tratando de silenciar sus gritos carcajeantes que por un momento nublaban su presencia, sin percatarse de estar incomodando a esas caras blancas, todas largas, todas sentadas. 

Disfrutaba su narcótico estado cuando abriendo un tanto sus ojos  que parpadeaban 258 veces por segundo, logró identificar la silueta de Perropedro el gruñón, quien esperaba su regreso a tierra para lanzarle su saliva espesa y humillante, buscando que Lunática por fin se comportara como alguien normal.

Cuando la saliva adormeció la cara de Lunática, dejándola un poco seria, un poco aburrida, un poco Perropedra, logró mirar por un instante a su alrededor, a esas caras blancas, todas largas, todas sentadas y comprendió que en esta posición un poco seria, un poco aburrida, un poco Perropedra todos creían verse más intelectuales. Incluso aquel profesor care-lechuza allí sentado,   quien de seguro estaría pensando en noches rojas y besos verdes, mientras se hacía el intelectual, un poco serio, un poco aburrido, un poco Perropedro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario