viernes, 16 de marzo de 2012

Ideas organizadas son cosas de Punto Aparte

Era del Punto Aparte, recuerdo, estaba tan afligido por el rechazo social que decidió fundar su propia empresa, se había cansado de ser el último siempre, de tener que ir en la cola.  Quería ser protagonista, por lo tanto su proyecto debía estar enfocado en una buena causa social, en la seguridad social. ¿De dónde iba a sacar amor para tanta idea? Nadie nunca lo supo, simplemente, lo hizo.
Tuvo siempre un apoyo, alguien que siempre creyó con una fuerza incontenible en su arriesgado proyecto; Así fue como DosPuntos se encargó de promulgar y difundir éste novedoso proyecto.

A raíz de esto se despertaron frenéticas oposiciones, trifulcas en la plaza, en la iglesia, en la escuela, discernir el bien del mal fue imposible; Alguien tomó la batuta dentro de la empresa, fue Coma; ella se encargó del orden social, de mantener separadas las ideas opuestas y resarcir el daño que estaba haciendo tanta idea junta. Sin embargo, quien enjuiciaba los agravios era PuntoComa, conocía muy bien cuál era el distanciamiento que debían sufrir aquellos Peros y Objeciones con mayor cantidad de adeptos. Era de esperarse, que quienes no quisieran colaborar con PuntoComa pasarían a rendir declaraciones entre Paréntesis,  -Guión- era el interventor encargado del escrutinio en estos procesos. 

La empresa Orden Ideal tuvo una imponencia fulgurante, todos conocían su visión y la respetaban, era tan sincronizada, tan perfecta; para entrar debía primero superar el filtro de los Signos de Interrogación, luego recibir una cordial bienvenida de ¡las niñas de Admiración!, sus curvas y su carisma era lo que más agradaba al entrar allí, luego de esto quien atendía sus quejas, reclamos, condiciones y restricciones con detenimiento era don Asterisco, así la cadena de funciones volvía a comenzar.

Orden Ideal cumplió su propósito, organizar el caos y el rechazo al que venía acostumbrada la sociedad de las ideas.  

jueves, 1 de marzo de 2012

Instrucciones para dar cuerda a un reloj

Si usted desde ya es alguien: cumple citas, conduce el auto, carga con el aroma de su jefe en el cuello o debe sacar el perro; le sugiero que no descuide aquel residuo metálico, redondo, que se encuentra al lado derecho del reloj que carga en su muñeca izquierda.

Tal vez note que las manecillas de su reloj pierden vida, se tornan lerdas y pesadas, por su cabeza comenzarán a pasar las cuentas pendientes, el mercado que falta por hacer, la salidita con su esposa, amante o aquella amiguita que le parpadea con rapidez deslumbrante cada vez que le observa de lejos; piensa en el último pago y en cuanto falta para el próximo, buscando identificar unos pesos de sobra que le permitan comprar un reloj de reposición. ¡pero no se alarme amigo! tan sólo dirija su mano derecha a este pequeño tornillo que hasta hoy usted creía de adorno, y, ayudándose con sus dedos índice y pulgar, gírelo de seis a ocho veces hasta que él mismo se torne hercúleo y no ceda ante una próxima vuelta. Diríjase a la iglesia del parque -independientemente de la cantidad de pecados que lleve cometidos en el día- observe aquel ingente reloj ubicado en la parte superior central de la estructura y logre acomodar las manecillas del reloj de su muñeca imitando la hora que el santísimo indica.

Ahora probablemente note que mientras pensó en su próximo compromiso, sintió una angustia monetaria, giró un insignificante tornillo y plagió la hora divina; vivió durante quince minutos entre paréntesis, que aunque no hace parte del texto de su vida, su presencia es indispensable para su avance.