jueves, 1 de marzo de 2012

Instrucciones para dar cuerda a un reloj

Si usted desde ya es alguien: cumple citas, conduce el auto, carga con el aroma de su jefe en el cuello o debe sacar el perro; le sugiero que no descuide aquel residuo metálico, redondo, que se encuentra al lado derecho del reloj que carga en su muñeca izquierda.

Tal vez note que las manecillas de su reloj pierden vida, se tornan lerdas y pesadas, por su cabeza comenzarán a pasar las cuentas pendientes, el mercado que falta por hacer, la salidita con su esposa, amante o aquella amiguita que le parpadea con rapidez deslumbrante cada vez que le observa de lejos; piensa en el último pago y en cuanto falta para el próximo, buscando identificar unos pesos de sobra que le permitan comprar un reloj de reposición. ¡pero no se alarme amigo! tan sólo dirija su mano derecha a este pequeño tornillo que hasta hoy usted creía de adorno, y, ayudándose con sus dedos índice y pulgar, gírelo de seis a ocho veces hasta que él mismo se torne hercúleo y no ceda ante una próxima vuelta. Diríjase a la iglesia del parque -independientemente de la cantidad de pecados que lleve cometidos en el día- observe aquel ingente reloj ubicado en la parte superior central de la estructura y logre acomodar las manecillas del reloj de su muñeca imitando la hora que el santísimo indica.

Ahora probablemente note que mientras pensó en su próximo compromiso, sintió una angustia monetaria, giró un insignificante tornillo y plagió la hora divina; vivió durante quince minutos entre paréntesis, que aunque no hace parte del texto de su vida, su presencia es indispensable para su avance.

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